El amante anonimo

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El amante anónimo







Ese fuego que los unia
se habia apagado
¿cuando?
no lo sabia,
el la seguia queriendo
como el primer dia,
pero sentia
que ella se aburria.

Tenia que buscar como revivir
ese amor
enceder el fuego
que los habia unido,
empezo a mandarla mensajes
a su correo electronico,
al principio ella los borraba
temiendo que su marido los leyera.

A veces la dejaba una nota
sobre su escritorio
en la empresa donde trabajaba,
se fijaba cuidadosamente
en cada uno uno de los empleados,
tratando de buscar algun signo
que la indiquara
quien la escribia.

Los mensajes se hacian
cada vez más atrevidos,
el solo firmaba
mi vida,
Elisa los esperaba con anhelo,
ansia
los leía una y otra vez
y enrojecia.

"Desde que te vi en tu balcón
sólo pienso en ti,
en el contoneo de tu cuerpo
cuando te das la vuelta,
en el movimiento de tu cabello
que se balancea en el viento,
me enamoro de ti
cada vez que te veo.

Déjame que te ame,
que saboree tus labios,
que estreche tu cuerpo
contra el mio
y me enpregne de tu calor,
ese calor que calienta mi corazón
penetra mi alma
y me devuelve la vida."

¿Quién la amaba con tanta pasión ?
ella no sabia,
esos versos sensuales
se hacían cada vez mas eróticos,
la llenaban de una emoción,
un temblor,
una lujuria,
que hace tiempo no sentía.

Era como si estubiera rozando
con sus labios
cada rincon de su cuerpo,
un fuego la penetraba
hasta sus mas intimas
partes,
dejandola jadeando,
sin aliento.

¿Que la estaba pasando?
¿ quién era ese amante anónimo
que despertaba sentimientos,
sensaciones
tan fuertes
tan hermosas?
tenia que saber
quién era el.

Un día, la dio una cita,
Elisa se vistio con esmero,
lucia un traje muy descotado
que realzaba su figura
hermosa,
llego al parque,
se sento en un banco
frente a una fuente.

En el banco de enfrente,
un senor mayor tocaba
el acordeón,
cerró los ojos
y se dejó mecer
por esas melodías
harmoniosas
de tiempos pasados.

Se sentia ligera,
sus ojos brillaban
de gozo,
estaba muy a gusto
en el parque,
liberada
y en paz,
su rostro irradiaba luz.

Al poco rato alguien la dice:
estas guapisima,
alli parado
estaba Juan, su esposo
con un ramo de rosas enorme,
feliz cumpleanos mi vida,
saco una cajita de su bolsillo
y se puso de rodillas.

Abrio la cajita
dentro brillaba una sortija
maravillosa,
la declamo uno de los poemas
que la habia enviado
y la declaro su amor eterno,
Elisa estaba tan emocionada
que se puso a llorar.

Cayeron en los brazos
uno del otro,
entre risas
y lagrimas,
se besaron largo
como ambrientos,
el acordeonista seguía tocando
sus bonitas melodías.

AUTOR
Merche DemBar 5/7/09 NY